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La Ansiedad

La mayoría de nosotros hemos sentido ansiedad, preocupación o fatiga, tensión muscular o dificultad para concentrarnos ante problemas o circunstancias de la vida. Estos son algunos de los síntomas de la ansiedad. Pero sólo diagnosticaremos un trastorno de ansiedad cuando estas preocupaciones son excesivas, se alargan en el tiempo y se generalizan a una amplia gama de situaciones.

Los temas más comunes de preocupación son los siguientes:

– Salud. Preocupaciones por posibles problemas de salud de uno mismo o de otros.

– Amigos/familia. Preocupaciones por ser un buen padre/madre o amigo, por la felicidad, bienestar o seguridad de la familia o amigos y por si uno está diciendo o comportándose de forma adecuada respecto a ellos.

 Trabajo/estudios. Preocupaciones por terminar todas las tareas de un día o semana, por si uno está funcionando al nivel que se espera y por si comete errores.

– Economía. Preocupaciones por pagar las facturas o por tener dinero suficiente para el futuro.

– Vida cotidiana. Preocupaciones por ser puntual, por presentar una buena apariencia, por el tráfico o por las tareas domésticas.

Lo primero que hay que entender es que la ansiedad puede causar problemas para la mente y también para el cuerpo. Cambia, por ejemplo, la química del cerebro de una manera que crea pensamientos negativos, lo que reduce su capacidad de pensar positivamente y, a su vez, hace que sea más difícil controlar la ansiedad.

Crea, además, síntomas físicos como dolor en el pecho, aumento de las palpitaciones, dolor de estómago, vómitos, mareos, temblores, etc. que se pueden interpretar como síntomas de enfermedades graves. También  hipersensibiliza a las personas ante cualquier cambio en sus cuerpos, de forma que cualquier síntoma se interpreta como mucho más grave e intenso.

La persona con ansiedad:

-Siente miedo a la propia ansiedad

Las personas ansiosas temen que la ansiedad aparezca en los momentos inoportunos. Y, especialmente quienes han sufrido un ataque de pánico, sienten miedo de que este vuelva, a pesar de saber que los miedos a “perder el control, volverse loco o morir” son infundados.

El miedo a vomitar en momentos inoportunos es aún más fuerte para quienes también sufren de ansiedad somática (por ejemplo, dolor de estómago y necesidad de ir al baño).

-Estado de ánimo

Las personas ansiosas suelen estar en un estado de tensión que se dispara, incluso, ante cosas triviales. El llanto o la ira pueden estallar repentinamente por un breve momento.

La insatisfacción con cómo se siente, combinada con la preocupación constante, a menudo, lleva a la persona ansiosa a estar muy triste porque no entiende lo que está mal, tiene miedo de no sentirse bien nuevamente o de no poder hacer lo que ama.

-Teme a que los demás noten su ansiedad

Quienes sufren de ansiedad no siempre comparten su estado momento a momento, sobre todo porque no quieren ser juzgados y los/as que están frente a ellos/ellas no siempre lo entenderían. La angustia se suma, entonces, al esfuerzo de comportarse como si nada hubiera pasado.

Alguien con trastorno de ansiedad sabe que se preocupa innecesariamente, pero no puede evitarlo. La persona es consciente de que su reacción suele ser exagerada o que sus miedos son irracionales, pero eso no cambia su forma de sentir.

-Renuncia a algunas actividades o situaciones

Cuando la ansiedad se va cronificando, la persona puede llegar a evitar una serie de situaciones que desde su punto de vista pueden provocarle ansiedad. Esta evitación también puede afectar a situaciones placenteras, o situaciones que antes generaban placer, pero que ahora se perciben como fuente de ansiedad.

También pueden evitar actividades muy recomendables como hacer ejercicio para no experimentar signos similares a los síntomas de ansiedad como la sudoración o el aumento del ritmo cardíaco.

-Tiene miedo a todos esos signos que se parecen a la ansiedad

Latidos del corazón, pesadez en el pecho, sensación de inestabilidad. La persona ansiosa siempre está escuchando las señales que envía el cuerpo y ante cada cambio, incluso fisiológico (cansancio o aumento de la respiración) se preocupa por si los síntomas son los de una enfermedad.

Muchas de personas que padecen suelen volverse hipocondríacas, por lo que constantemente temen tener una enfermedad. Con frecuencia no tienen la certeza de que “es solo ansiedad”, o es una enfermedad. En general, la preocupación por su salud es constante.

trastorno de ansiedad

Tratamiento de la Ansiedad

El objetivo general de la terapia es ayudar a la persona a tomar una actitud activa ante la ansiedad, como otros problemas a los que se enfrenta a lo largo de la vida. Será importante que el locus de control del paciente se mueva de afuera hacia adentro, para que pueda aprender a confiar en sus propias habilidades y recursos personales, así como a comprender qué causa sus ataques de ansiedad y cómo manejarlos.
La Terapia tiene como objetivo que la persona aprenda a afrontar y a exponerse a las situaciones que le producen ansiedad o las cosas que ha dejado de hacer, sin utilizar conductas de evitación ni de seguridad, de tal manera que la persona compruebe que la ansiedad va disminuyendo sin escapar de la situación.
Paciente y terapeuta definen un programa de tratamiento para ir afrontando las situaciones temidas y conseguir una disminución de la ansiedad. Este tratamiento psicológico requiere de una implicación activa por parte del paciente durante semanas o meses. Conseguir cambios efectivos a través del propio trabajo es muy importante para la persona que tiene el trastorno, porque mejora la autoconfianza y permite seguir afrontando situaciones temidas y mantener las mejoras conseguidas.

El papel de los familiares

Hay muchos factores que influyen en el origen y evolución de los trastornos que afectan a la salud mental. En este sentido, el entorno social y, en especial, la familia de aquellas personas que tienen un trastorno de ansiedad son aspectos importantes. Cuando estos trastornos afectan a niños y adolescentes, la familia tiene un papel fundamental y será necesario involucrarla en el tratamiento.
Trabajar con la familia puede ser útil para que aprendan a identificar los síntomas y el funcionamiento de la ansiedad, colaborar de manera activa en el tratamiento y modificar estilos de relación con los pacientes que, a veces, hacen que el trastorno se siga manteniendo (como la sobreprotección, la participación en las conductas de seguridad, el exceso de crítica y exigencia, etc.).

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