«Para considerarse uno mismo valioso se debe ser muy competente, suficiente y capaz de lograr cualquier cosa en todos los aspectos posibles de la vida»
Ningún ser humano puede ser totalmente competente en todos los aspectos de la vida. Intentar tener éxito está bien, pero el exigirse que se debe tener éxito en todo y todo es la mejor manera de que nos sintamos incompetentes e incapaces, ya que es imposible. Forzarse más de la cuenta conlleva estrés y, por tanto, enfermedades psicosomáticas. El individuo que lucha por el éxito total está en continua comparación con los demás y al final acaba sintiéndose inferior. El ambicionar el éxito a toda costa también nos hace entrar en conflicto con las demás personas y nos distrae del auténtico objetivo en la vida que es ser más feliz. La preocupación excesiva por el éxito conlleva miedo al fracaso y nos hace cometer errores, con lo que es fácil generar estrés y una tendencia al fracaso real.
Concéntrate en disfrutar más del proceso que del resultado y abandona la búsqueda obsesiva de la perfección. Cuando intentes actuar bien que sea más para tu propia satisfacción que para agradar o ser mejor que los demás. Debes cuestionarte también con frecuencia si estás luchando para alcanzar un objetivo propio, o de los otros. En la lucha por alcanzar tus objetivos debes aceptar que puedes cometer errores en vez de horrorizarte cuando ocurran. Debes aceptar que es necesario practicar y practicar las cosas antes de conseguir el éxito.
Esta idea irracional es extensiva a todos y seguro que en alguna ocasión también la hemos tenido. Cuantas veces hemos realizado algún proyecto, algún trabajo o examen y aunque ha ido bien no nos sentimos satisfechos o incluso estamos disgustados con el resultado. Eso ocurre por qué en el fondo pensamos que nuestro valor en la vida depende de que lo hagamos perfecto.
En las clases casi siempre encontramos a un alumno que saca sobresalientes en todo y que el día que le ponen un notable se disgusta, llora o se muestra muy enfadado. Detrás de esta reacción existe la exigencia de perfección.
Abandona la búsqueda obsesiva de la perfección
